lunes, 23 de marzo de 2009

LA PERSUASION MULTICULTURAL EN MÉXICO Y ESTADOS UNIDOS

En un discurso pronunciado en Washington hace cerca de un cuarto de siglo, Octavio Paz les comento a los norteamericanos que lo escuchaban: “Para vencer a sus enemigos, los Estados Unidos tienen primero que vencerse a si mismos: regresar a sus orígenes: pero no para repetirlos sino para rectificarlos: el otro y los otros –las minorías del interior tanto como los pueblos y naciones del exterior- existen”. Paz repetía un lugar común: nuestros países estaban separados por “diferencias sociales, económicas y psíquicas muy profundas”. México y Estados Unidos eran dos versiones distintas de la civilización de occidente. La historia de nuestras relaciones era la de un mutuo y pertinaz engaño, generalmente –aunque no siempre- involuntario. Tal vez tenga razón, aunque cada vez persuaden menos este tipo de explicaciones civilizatorias. Sin embargo, me interesa señalar aquí las coincidencias, no las diferencias, entre las experiencias nacionales mexicana y norteamericana.
Ambos países se encuentran en un proceso simultáneo de introspección y redefinición de sus identidades. El multiculturalismo se ha convertido, tanto en México como en Estados Unidos, en un tema central del debate público. ¿Quiere decir lo mismo este término en los dos países? En principio, parecería haber diferencias semánticas. La palabra “multiculturalidad” es más empleada en países anglosajones, aunque en México está comenzando a sustituir a la fórmula de “pluralismo cultural” que se uso según Néstor García Canclini, durante un buen tiempo del siglo xx. Sin embargo, la palabra “sigue teniendo aplicaciones distintas. Los estadounidenses la utilizan para designar la coexistencia –separada- de grupos étnicos. Pese a haber predicado la mezcla cultural y consagrarla con la expresión melting pot, las identidades tienden a esencializarse y la pertenencia comunitaria se ha vuelto la principal garantía de los derechos individuales”.
Según esta idea, en América latina, “las naciones modernas no se formaron con el modelo de las pertenencias étnico-comunitarias, porque en muchos países las voluminosas migraciones extranjeras se entremezclaron. La integración de etnias americanas y europeas se hizo dentro del modelo francés de república, adaptándolo más o menos a los procesos históricos latinoamericanos”. Según García Canclini, en los países latinoamericanos hubo una mayor disposición social y más variedad de estrategias político-culturales para hacer posible que la heterogeneidad se resolviera con mestizajes. Mientras en Estados Unidos los negros fueron mantenidos primero como esclavos y luego sobregados en barrios, escuelas y otros espacios públicos, y los indígenas marginados en reservaciones, en los países latinoamericanos el exterminio y el arrinconamiento de negros e indios coexistió con políticas de mestizaje desde el siglo XIX y con un reconocimiento (desigual) de su ciudadanía, que llegó a la exaltación simbólica de su patrimonio en el indigenismo mexicano. Racismo hubo en todas partes, pero las alternativas al racismo deben ser diferenciadas… mientras que en Estados Unidos el mestizaje y la hibridación han sido vistos predominantemente como escándalo, en los países latinoamericanos y caribeños, junto a las políticas y actitudes cotidianas discriminadoras, existe en amplios sectores una valoración positiva de cultural. Y “aunque el ‘negro americano’ como el ‘indio mexicano’ fueron el otro de la normatividad ciudadana de sus respectivos países, el indio en México fue ubicado como el sujeto mismo de la nacionalidad, sujeto que sería transformado por la educación y la mezcla racial”
Esta historia, que sintetiza la visión dominante, debe revisarse pues es insatisfactoria. La comparación entre México y Estados Unidos ilumina sus insuficiencias. Para empezar, es idea laica de república, se debe explicar la ideología racial del mestizaje en el centro del discurso sobre la identidad nacional. Lejos de tratarse de entendidos informales, el mestizaje era una teoría racialista hecha y derecha, que conto con teóricos que la sistematizaron. Esta no es una variación menor al modelo francés. El eje identitario fue el mestizo, no el ciudadano. Aunque muchas de las diferencias apuntadas son muy reales, otras lo son de grado. Después de todo, en la colonia, al igual que en muchos estados de la Unión americana, también existió un complejo sistema de clasificación racial que buscaba codificar las distintas posibilidades y grados de mezcla. Los censores coloniales deseaban saber quién era que y en qué proporción para determinar el peldaño de la escala social que debía ocupar.
El siglo XIX, que pretendió eliminar ese tedioso legado, fue en muchos aspectos solo un breve interludio en nuestro pasado racista. Al poco tiempo –para finales del porfiriato- la noción de raza estaba de vuelta y acabo por afianzarse durante el periodo pos revolucionario. El mestizaje, que como fenómeno social es benéfico pues presume que no existen barreras étnicas o religiosas infranqueables para que los individuos se unan, es pernicioso como ideología nacional. En otros aspectos, el énfasis en la raza cósmica ha oscurecido importantes fenómenos, como la permanencia en el tiempo de minorías que no se mezclan: indígenas, menonitas, judíos, etc. Ha sesgado como pensamos y analizamos los procesos de integración.
En los datos recabados y las conclusiones de esta pequeña investigación llegan a que la “multiculturalidad” viene o existe desde que los países fueron conquistados unos por otros, personas que ya se habían establecido en un lugar, y habían creado sus propias formas de supervivencia, al llegar un “extraño” a quererlos conquistar se forma una mezcla de culturas y se ve el nacimiento de nuevas. Datos actuales de este acontecimiento nos lleva a la emigración de los países, tanto de México como Estados Unidos.
Desde el punto de vista estrictamente demográfico las corrientes de inmigración a México han sido, en general, de poca cuantía. De acuerdo con los datos provenientes de los censos de población y vivienda, los residentes extranjeros representaron entre 0.40 y 0.42 por ciento de los habitantes del país enumerados en esos años.
1895 48 mil
1900 100 mil
1910 116 mil
1921 108 mil
1950 182 mil
1970 191 mil
1980 269 mil
1990 341 mil
Los datos del XII Censo General de Población y Vivienda levantado en febrero del año 2000 indican que la población extranjera de 5 años o más ascendió a cerca de 406 mil personas, cifra que equivale a poco menos de medio punto porcentual de la población de esa edad residente en el país.
El principal país de procedencia de los nacidos en el extranjero son los Estados Unidos.
-Datos tomados de la página: www.conapo.gob.mx
Disminuye nivel de emigración en México
Revela el INEGI que el año pasado sólo 814 mil mexicanos se fueron a residir a otro país, cifra menor comparada con el millón 26 mil de 2006 – Nota publicada por: EL UNIVERSAL CIUDAD DE MÉXICO JUEVES 20 DE NOVIEMBRE DE 2008
La migración se potenció porque la apertura indiscriminada de las fronteras a la producción extranjera reconfiguró la estructura productiva nacional y por lo tanto también la estructura de la demanda sectorial y de las ocupaciones, debilitando a las ramas cuya producción está destinada al mercado interno y que juegan un rol fundamental en la generación de empleo en el país, en un contexto en el que además las contingencias naturales afectaron seriamente la estructura productiva y otros sectores generadores de empleo y donde la incursión de trabajadores en actividades ilícitas y la operación de grupos paramilitares y el ejército en varias zonas del país también contribuyeron a estimular la migración. – Párrafo tomado del libro “Perspectiva de la Migración México-Estados Unidos” Autor: José L. Hernández Suárez.

Por: Elena Rosales Hernández

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